“El deporte es medicina”, se dice en las facultades de Educación Física. Y tienen razón. Aunque no hayamos hecho mucho deporte en nuestra vida, el momento de la jubilación es uno de los mejores para comenzar a cuidar el cuerpo. Si tras varios años de esfuerzo y planificación financiera hemos sido capaces de asegurarnos una jubilación sin preocupaciones, lo más lógico es disfrutarla con la mejor salud posible.
Además de consultar con un entrenador en un gimnasio cercano, es importante entender que el cuerpo se adapta mal a los cambios bruscos. Si no estamos acostumbrados al ejercicio regular, hemos de comenzar con suavidad y tener en cuenta que “todo esfuerzo cuenta”. En concreto, el cuerpo necesita realizar actividades de cuatro tipos:
- Resistencia: toda actividad que incrementa la frecuencia cardíaca. Comenzar con cinco minutos al día, para, con el tiempo y a medida que la incrementemos subir a la media hora. Caminar, footing o nadar son algunos ejemplos.
- Fuerza: están dirigidos a entrenar y desarrollar el músculo. Con la edad, tenemos tendencia a perder masa muscular. Flexionar los brazos, ponerse de puntillas son un comienzo.
- Equilibrio: colocarnos sobre un pie, levantar las rodillas alternativamente todo lo posible o caminar sobre los cantos ayuda a prevenir las caídas a largo plazo.
- Flexibilidad: este tipo de ejercicios contribuyen a conservar el rango de movimiento del cuerpo. Los estiramientos de cuello, hombres, espalda y caderas son la base de este tipo de ejercicios.
Adquirir una rutina de ejercicio regular incrementa la calidad de vida a cualquier edad, particularmente en edades avanzadas. Un monitor o un entrenador particular nos pueden controlar las rutinas. Si tenemos alguna molestia, el médico de cabecera nos puede recomendar algún tipo de actividad concreta.
Vía | Thirdage.com
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