El temido Brexit ha ganado. Ayer jueves 23 de abril de 2016 será una fecha para recordar dentro de la historia de la Unión Europea. Tras una polémica campaña, y por un ajustado resultado (51,9% vs 48,1%), Reino Unido votó en contra de seguir perteneciendo a la “Europa de los 28” tras más de 43 años como país miembro.
Hasta ahora, no hay precedente de que un estado miembro, y mucho menos del tamaño del Reino Unido –la segunda economía del continente con más de 65 millones de habitantes– haya abandonado el proyecto europeo.
Hoy mismo se producirá una reunión entre Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo; Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea; Mark Rutte, primer ministro de Holanda (país que ostenta la presidencia rotatoria de la UE este semestre) y Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, para comenzar a plantear la estrategia con la que hacer frente a los grandes desafíos de una situación única.
La dimisión del Primer Ministro David Cameron a primera hora de la mañana ha ensombrecido aún más el panorama político, añadiendo la incertidumbre de un posible gobierno de Boris Johnson al frente de las futuras negociaciones con la UE.
¿Y ahora qué? Esa es la pregunta que muchos ciudadanos europeos, especialmente aquellos que residen en Reino Unido, se están haciendo desde primera hora. La incertidumbre se apodera de muchos españoles emigrados al país británico y que ven peligrar muchos de sus beneficios y derechos como trabajadores comunitarios.
El sector sanitario es uno de los más afectados, con más de 2.200 enfermeros y 2.400 médicos españoles en todo Reino Unido –una cifra que apenas rozaba los 500 sanitarios en 2012–. Aunque aún es pronto para predecir de manera exacta cuáles serán los efectos laborales para todos estos potenciales trabajadores “extracomunitarios”, las principales dudas de los sanitarios españoles en UK se centran en 3 cuestiones:
- pérdida del derecho a la libre circulación,
- imposibilidad de convalidar el título de Enfermería
- cotización laboral
El resultado está plagado de incertidumbres, y los principales partidos del Parlamente Europeo ya han pedido la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa, el cual regula el procedimiento de retirada voluntaria de un país miembro de la Unión Europea. El plazo máximo para abandonar la UE es de dos años, pero el proceso quizá se acelere. La inestabilidad política en Reino Unido pero también en el resto de Europa marcará las negociaciones sobre el nuevo papel que jugaría el Reino Unido en el mercado común, el espacio Schengen o cualquiera de los otros ámbitos comunitarios de la Unión Europea. Europa queda tocada después de este referéndum y, pase lo que pase, nuestro continente cambia hoy y pone rumbo a lo desconocido.
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