null Educar en salud desde las aulas

El viernes 24 de enero, y por segundo año consecutivo, el planeta entero lucha por reivindicar el papel que debe jugar la educación a nivel global. El Día Internacional de la Educación reclama así este derecho humano fundamental, pilar imprescindible para el progreso de la sociedad.

Más allá de la reivindicación por el derecho global a una educación digna y el reconocimiento de su rol, puesto que en la actualidad 262 millones de niños y jóvenes sufren una situación de desescolarización, debemos ser conscientes de la importancia que tiene la promoción de la salud como parte de toda enseñanza con vistas al desarrollo y bienestar de todos los países y la sociedad.

La salud y la educación forman parte de los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y las razones para priorizar y promover la enseñanza en salud en las aulas son evidentes. Los niños deben aprender desde pequeños hábitos, estilos de vida y conductas saludables para mejorar y preservar la salud cardiovascular a largo plazo, así como evitar enfermedades crónicas asociadas a conductas de vida poco saludables, como la diabetes.

Un estudio liderado por Valentín Fuster, director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), ha demostrado cómo el colegio supone el entorno ideal para educar en salud. Dicha investigación, realizada con el fin de intervenir a tiempo en los hábitos de vida de niños y adolescentes, ha manifestado cómo formar a los niños en hábitos saludables en cuanto a alimentación, actividad física o gestión emocional, así como representar de manera visual los efectos de hábitos poco saludables en nuestro cuerpo, contribuye a establecer una mayor concienciación sobre la salud y mejora su salud cardiovascular.

Incluso en numerosas ocasiones ha sido puesto en manifiesto por parte de profesionales sanitarios la necesidad de incluir asignaturas de salud en los planes de estudios de los colegios, abogando por la promoción de ésta desde la infancia. Para poder implementar materias sanitarias en las escuelas, sectores como la enfermería tendrían especial protagonismo. Contar con enfermeros y enfermeras escolares puede contribuir a acabar con problemas de salud que amenazan a niños y adolescentes, como la obesidad, el alcohol, sedentarismo y consumo de estupefacientes. El papel de la enfermera escolar podría abordar desde la atención sanitaria de los niños, hasta la labor de concienciación, sensibilización, educación, información y ayuda en términos de salud a largo plazo.

Alimentación y obesidad, asignaturas pendientes

La educación en cuanto a hábitos alimenticos saludables continúa siendo una asignatura pendiente en todo el mundo. La obesidad infantil es una afección que se ha visto multiplicada por diez en los últimos 40 años, alcanzando los 124 millones de niños con obesidad en 2017. Siguiendo este ritmo, la OMS estima que en 2022 habrá más población infantil y adolescente con obesidad que con insuficiencia ponderal.

No podemos concluir que la gran culpa de la prevalencia de la obesidad infantil sea la falta de educación. Sin embargo, se trata de un factor de vital importancia para prevenir esta afección. La educación alimenticia para seguir una vida saludable pasa por los hogares, pero también por las escuelas. Desde pequeños, los niños deben aprender una serie de pautas alimentarias saludables basándose en el aporte nutricional y los beneficios de los alimentos. Evitar alimentos ultraprocesados, ricos en grasas, sal y, por supuesto, azúcares, y apostar por dietas equilibradas y saludables, ayuda a crear hábitos prolongables en el tiempo que disminuirían o evitarían problemas de salud y enfermedades en edades más avanzadas.

De manera complementaria a la educación alimentaria, es preciso revisar los estándares actuales a la hora de enseñar educación física a los más pequeños. Algunos factores como aumentar el número de horas impartidas o enseñar los fines por los que es necesario realizar ejercicio a diario, como por ejemplo prevenir enfermedades, evitar el sedentarismo o influir positivamente en una mejora de la calidad de vida, contribuirían a establecer estilos de vida saludables en los que realizar ejercicio físico no resulte una actividad forzosa.

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