null Crecer con Cuentos

Crecer con Cuentos

Para los niños de edades tan tempranas como son de los 0 a 3 años la lectura de cuentos por parte del adulto representa la adquisición de un hábito, un entretenimiento y el fomento del habla. Según van creciendo, y aprenden a leer, la literatura infantil les va a ayudar a enriquecer su lenguaje, a desarrollar la capacidad de concentración y su memoria, además de estimular la imaginación.

No son pocas las bondades que se le conocen a la lectura a cualquier edad, más aún en las edades tempranas. No hay escuela infantil que no tenga dentro de su programa educativo la lectura de cuentos. Y esto es así porque resulta imprescindible para que los más pequeños vayan adquiriendo el hábito de la lectura, se familiaricen con el lenguaje, aumenten su vocabulario y estimulen su imaginación, además de desarrollar la agilidad mental, la memoria y la concentración.

Pero, ¿cómo se motiva al menor para que lea? Luz Gallego, diplomada en Magisterio y librera, sabe la difícil tarea a la que se expone a diario en su librería debido a “la constante actualización que marcan las nuevas tendencias literarias que responden a los intereses de una infancia digitalizada, en continuo y voraz cambio, y que demanda de un modo creciente historias cada vez más visuales y ágiles”. Así, según señala, la importante tarea del librero es la de crear lectores y desempeñar un rol de intermediario entre padres o educadores y los niños.

En primer lugar, para que el menor se sienta atraído por la lectura, hay que buscar la identificación del lector con el tema, el personaje o sus problemas, sin descuidar una estética tanto visual como literaria correcta. En la etapa pre lectora, se hace necesaria “una lectura a cuatro ojos”, es decir, en compañía del adulto, ya que ese momento de atención plena es fundamental para los más pequeños. “Resulta imprescindible, ayudar a verbalizar los problemas que los niños no saben expresar, canalizar sus emociones, frustraciones y/o miedos. En ocasiones, también sirve para ayudar a explicarles un mundo que les resulta grande e incomprensible”. Hay que tener en cuenta, según explica la experta, que hasta los tres años no existe un aprendizaje consciente: los niños lo absorben todo y aprenden de todo. “Los libros sirven así para explicar el mundo adulto al que se asoman”. Por otro lado, los cuentos para los más pequeños asumen un rol terapéutico, como auxiliar en situaciones que pueden resultar conflictivas: responden a temas que se suelen eludir por parte de los mayores, pero que son fuente de dudas e inquietudes entre los niños. Son, por ejemplo, libros que tratan los celos, la adopción, la separación de los padres o las enfermedades.

Los cuentos crecen con los niños

Gallego cree fundamental comenzar a leerle cuentos desde muy pequeños, y para ello hay de tener en cuenta cómo se adaptan, tanto los contenidos como el soporte físico: desde el cuento de baño, cuento de tela, pequeño cuento en cartón duro, con sonidos, pop-up, olores, libros hormiguero con profusión de imágenes sin texto y álbum ilustrado que poco a poco avanza hacia el pequeño formato de novela.

La supervivencia del álbum ilustrado sobrepasa la etapa pre lectora y exige una lectura compartida con el adulto: mientras éste lee una serie de signos incomprensibles, el niño es un excelente lector de imágenes y escucha con atención un vocabulario inusual en su día a día. “Los libros acompañan, ilustran o despiertan nuevos intereses en las sucesivas etapas del crecimiento. No sólo adaptan sus soportes, también los contenidos e incluso tamaños, y además lo hacen trabajando en dos planos: ficción y conocimiento”. Hay que distinguir entre los álbumes que acercan el mundo a los niños y les hablan de temas tan dispares como la luna, el universo, el huerto o los animales, entre otros, y las historias creadas con un nudo y un desenlace a modo de ficción literaria. Para elegir un buen libro, “es necesario huir del didactismo y perseguir la identificación del lector con el protagonista, adecuar los contenidos con la edad, la competencia lectora (visual) y el desarrollo o experiencias del niño”.

Además, es importante explorar el libro con ellos y motivar incesantemente su curiosidad. “No olvidemos que uno de los grandes descubrimientos en los más pequeños es el reflejo de su imagen en un espejo o su propia sombra”.

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