La gripe es uno de los mayores inconvenientes que puede afectar a cualquiera cada año y una vieja conocida de todos. La molestia reside en que el virus que causa la enfermedad muta cada año, de modo que resulta imposible desarrollar una inmunidad definitiva contra ella. Por ello resulta necesario vacunar cada año a los grupos de mayor riesgo (niños, embarazadas, enfermos crónicos y personas mayores), aunque los adultos también pueden optar por ello. Con la campaña de vacunación de 2014 a punto de comenzar, el mes que viene (con alguna diferencia por comunidad), sí es posible desarrollar algunos hábitos que nos ayuden a prevenir el contagio o, al menos, fortalecernos de cara a la enfermedad.
Contrariamente a lo que se suele pensar, la principal vía de contagio de la gripe no es el aire, sino las manos. El contacto de nuestras manos con las pequeñas gotitas de saliva (producidas al hablar, toser o estornudar) de una persona engripada en cualquier superficie y, de ahí, a nuestra boca, nariz u ojos es una forma de contagio mucho más frecuente. Picaportes o barandillas de sitios públicos son algunos de mayores transmisores de la enfermedad.
Es por ello que una de las medidas más sencillas y eficaces para combatir el contagio es lavarse las manos con frecuencia y evitar tocarnos los ojos, la nariz o la boca si estamos en contacto con mucha gente en lugares públicos. En ese sentido, también es posible desinfectar picaportes, grifos, mandos a distancia, teléfonos, cuartos de baño o incluso utensilios de cocina en general. En el trabajo, los teclados de ordenador (sobre todo los compartidos) o los ratones son nuestros principales enemigos.
Por otra parte, fortalecer nuestro sistema inmunológico siempre es una buena idea en esta época del año. Dormir lo suficiente, tomar suficientes proteínas y vitaminas (los complejos vitamínicos pueden ser de gran ayuda) o evitar los alimentos precocinados pueden contribuir a aumentar nuestra resistencia a la gripe. Eso y el viejo consejo de siempre: no coger frío.
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