En el contexto de la probable reducción futura de las pensiones que hemos descrito, ir preparando una alternativa para recibir un ingreso extra puede ser un buen consejo. Los planes de pensiones son una alternativa. Su objetivo es sencillo: a través del ahorro a lo largo de una vida, crearse un ingreso complementario a la pensión pública.
A la hora de elegir un plan de pensiones, es importante seguir un proceso: pensar cuánto y por qué queremos ahorrar, estudiar qué productos y mercados tenemos a mano, comparar ofertas y negociar condiciones propias con un buen asesor y no dejar de hacer seguimiento a la evolución del plan.
Los planes de pensiones se dividen en las categorías que veremos más abajo según qué porcentaje del capital aportado se invertirá en renta fija o variable. Los analistas suelen recomendar que, según la edad del titular, se comience con planes de mayor riesgo (pero que aseguran mayor rentabilidad) para ir evolucionando a planes más conservadores a medidad que se acerca la edad de jubilación. También hay que tener en cuenta la posibilidad de cambiar de entidad para aprovechar las bonificaciones por traspaso que ofrecen varios bancos.
- Garantizados: Fondos que aseguran el capital aportado en el momento acordado para hacerlo y, a veces, una pequeña rentabilidad anual en torno al 1,5%.
- Renta fija a corto o largo plazo: Depende de si el depósito se realiza con una duración inferior o superior a los dos años. Su rentabilidad anual suele estar en torno a algo más del 2%.
- Renta fija mixta: Invierte hasta un 30% en renta variable (rentabilidades habituales del 4,15%).
- Renta variable mixta: Entre el 30% y el 75% del capital es puesto en renta variable (rentabilidades anuales en torno al 8%).
- Renta variable: Más del 75% de capital en renta variable, con rentabilidades anuales habituales en torno al 13%.
También habremos de tener en cuenta las comisiones que nos cobren. El máximo de comisión por depósito es del 0,5%. Sobre ello, la entidad puede aplicar hasta un 2% a modo de comisión. Si tenemos en cuenta los años que pensamos depositar el dinero, estas comisiones pueden no convenirnos. La dificultad del producto y la gestión real que la entidad lleve a cabo puede también diferir mucho y hacer que la comisión no resulte rentable.
A pesar de las ventajas de estabilidad que nos puedan ofrecer los bancos (no necesariamente españoles), hay que tener en cuenta que habrá que pagar impuestos sobre los beneficios en el momento de retirar el dinero y que pasaremos una cantidad de años sin poder tocar ese dinero. En todo caso, lo mejor es buscar asesoría profesional, tener muy claros los objetivos y no descuidar la evolución de nuestro dinero para aprovechar oportunidades.
Vía | Expansión
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