null Cómo empezar un nuevo plan de ejercicio

El regreso de las vacaciones y el inicio del curso son siempre sinónimo de nuevos propósitos. Uno de los más habituales es deshacerse de todos los excesos veraniegos empezando a hacer ejercicio. Sin embargo, una de las mayores dudas es por dónde empezar. Los principales objetivos suelen ser bajar de peso o, simplemente, estar en forma.

Por eso, y excepto que busquemos ejercicios para trabajar zonas muy concretas, podríamos barajar tres opciones que nos servirían para afrontar esta nueva etapa de una manera más saludable:

Resistencia

A este nombre más técnico podríamos denominarlo, de manera genérica, levantamiento de peso.

Levantar peso nos ayuda a conocer hasta qué punto llega nuestro cuerpo y hasta dónde podemos llegar.

Si bien lo mejor es utilizar material profesional (mancuernas, pesas…), lo importante es utilizar levantar el peso suficiente para que nuestros músculos trabajen.

La clave en el ámbito de la resistencia es variar las zonas de trabajo para tonificarlas todas por igual y así no descompensar. Dos o tres sesiones semanales nos permitirán a medio-largo plazo conseguir unos resultados visibles reduciendo la grasa corporal en primer lugar y aumentando la masa muscular después.

Pilates

Ha pasado casi un siglo desde que el alemán Joseph Hubertus Pilates inventara su método de entrenamiento físico-mental.

La principal ventaja del pilates se basa en que deja de lado los movimientos bruscos, pero ayuda a fortalecer los músculos.

Otro de los principales usos es el orientado a los dolores de espalda y la rehabilitación de determinados músculos, aunque es cierto que, en ocasiones, durante las primeras sesiones, puede ser algo doloroso.

Si algo ha demostrado este método cien años después es que, por su capacidad de disminuir el estrés, es un ejercicio para cuerpo y mente.

Correr, footing o running

Independientemente del nombre, salir a correr es uno de los ejercicios más socorridos en estas ocasiones.

Los beneficios cardiovasculares permiten aumentar los glóbulos rojos y nuestros niveles de energía.

Es habitual que, no estando en forma, los primeros días se traduzcan en agujetas y dolores musculares. La clave de este ejercicio es la progresividad: no podemos pretender correr durante una hora el primer día. Empezar con 10 minutos diarios e ir aumentando 5 minutos cada semana es más que suficiente para que nuestro cuerpo se acostumbre.

Debemos tener en cuenta que el trabajo al que se ven sometidos nuestros pies requiere de un calzado adecuado para ello, así como ropa transpirable, cómoda y que nos permita movernos con agilidad.

La versatilidad del running nos permite movernos por zonas muy diferentes e incluso irlas cambiando, sin embargo, es necesario que pensemos en la ruta antes de salir a correr para así poder medir nuestro progreso y poder evaluarlo.

Si a nuestro nuevo propósito de hacer ejercicio unimos una dieta sana y equilibrada, nuestro bienestar físico y mental será completo para afrontar el nuevo curso de la mejor manera posible.

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