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Bitcoin, ¿una burbuja? (II)

Como hemos visto, Bitcoin presenta varias ventajas a sus usuarios: anonimato, práctica gratuidad para hacer transferencias y una gran flexibilidad para hacer y recibir intercambios en esta moneda. Su uso está creciendo a ritmo lento, pero seguro, y su valor sigue aumentando. La moneda tiene, además, un mecanismo intrínseco para evitar la inflación y es completamente transparente en cuanto a qué transacciones se están realizando a cada momento. Su funcionamiento como herramienta distribuida previene intentos de manipulación técnica.

Sin embargo, grandes inversores como Warren Buffett han advertido que se trata de un espejismo, e incluso Robert Shiller, Nobel de Economía de 2013, ha afirmado que se trata de una burbuja. Lo cierto es que Bitcoin también tiene un lado inestable y preocupante. El mayor de todos, su situación extra-oficial. Ningún gobierno la admite como forma de pago legal, de modo que nadie está obligado a aceptar pagos en esta moneda. Este es uno de los grandes límites a su expansión y difusión: por el momento no es más que una moneda fiduciaria. Aunque el primer pago fue a una pizzería y existen ya grandes marcas digitales que la aceptan (como Wordpress or Reddit), no existe ninguna institución pública que avale su valor ni la garantice. En este sentido, y dada su vinculación a operaciones llevadas a cabo por entornos criminales, Francia ha recomendado ser cautelosos con esta moneda y China ha aplicado fuertes restricciones a su intercambio.

De este modo, cuando uno de los mayores puntos de compra/venta de bitcoins sufrió un ataque y tuvo que declararse en bancarrota hace unos meses, los inversores lo perdieron todo. Aunque ahora parece que este punto concreto se está recuperando, la incertidumbre que ha arrojado es importante.

A esto se le suma la fuerte volatilidad de la moneda. Desde su valor inicial de 10 dólares por unidad en 2010, los 1.200 dólares que alcanzó en 2013, o los 550 dólares que vale en este momento, su cotización es una auténtica montaña rusa que lleva a los expertos a pronunciarse en su contra. Algunos economistas advierten directamente de que se trata de un caso típico de la Teoría del Idiota Final, en la que uno mantiene un activo en la esperanza de que otros también piensen que vale mucho y así hagan crecer su valor. Otro elemento relacionado con su fluctuación: ser elegida por varios chinos como refugio para sacar dinero del país.

Sin embargo, la promesa que ofrecen las monedas virtuales de un mundo más fluido y seguro sigue ahí. Existe también la idea de que los bancos centrales terminarán adoptando algún tipo de moneda virtual en el futuro, como veremos más adelante.

En Daniel Lacalle | Bitcoin: democracia monetaria o cuento chino

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