A estas alturas de la película no resulta nada novedoso decir que el consumo excesivo de azúcar es uno de los principales impulsores de enfermedades como la obesidad o diabetes, así como multitud de enfermedades coronarias. Pero ¿por qué nos es tan difícil prescindir de este dulce manjar?
Existen 3 motivos principales por lo que es recomendable reducir el consumo de azúcar. En primer lugar, son varios los estudios que apuntan a que puede llegar a generar adicción. De hecho, se ha llegado a documentar que episodios agudos de abstinencia en personas que habían decidido prescindir de él.
En segundo lugar, surge la difícil cuestión de saber exactamente cuánta consumimos. Podemos medir o controlar todo el azúcar blanco/moreno/integral, siropes o miel que consumimos, pero ¿cómo podemos saber el incluido en los alimentos de manera adicional y que no está denominado como tal? En este sentido nos puede ayudar el saber leer las etiquetas de los productos que compramos. Por ejemplo, los ingredientes que terminan en ‘osa’ suelen ser también derivados del azúcar como por ejemplo la dextrosa, la fructosa, la galactosa, la glucosa, la lactosa, la maltosa, la sacarosa o la xilosa. Junto a ellos, aparecen otros enemigos ocultos puedes ser la dextrina, el almidón modificado, el extracto de malta, la maltodextrina o la melaza.
Si nos resulta difícil memorizar todas aquellas variaciones del azúcar que pueden esconder nuestros alimentos, existe algo más sencillo que nos puede ayudar. Consiste en mirar la parte de las etiquetas en las que están detalladas las tablas de las kilocalorías por 20/50/100 gramos.. étc. Existe una regla sencilla que consiste en revisar que el azúcar no supere los 2 gramos por cada 100 en el desglose de hidratos de carbono. De este modo, podremos controlar mejor el azúcar que consumimos y que debería estar en torno al 5% de las calorías totales. Según el último informe de la OMS (Organización Mundial de la Salud) se recomienda que la cantidad de azúcar máxima por persona y día no supere los 25 gramos, es decir el 5% del aporte calórico diario. En España superamos con creces esta cifra que la media se sitúa en 112 gramos diarios.
En tercer lugar, cabe destacar también los peligros escondidos en los productos light, sin lactosa (el azúcar de la leche) o con ‘azúcares naturalmente presentes o vegetales’. Todos ellos suelen llevar azúcar enmascarado que muchas veces es más perjudicial que beneficioso.
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