Merece la pena pensarlo si tenemos personas a nuestro cargo. ¿Y si ya no pudiéramos traer dinero a casa? Una de las respuestas a esta pregunta son los seguros de vida o invalidez.
Al contratarlo, nos comprometemos a abonar una cuota mensual a cambio de que la compañía aseguradora provea de una cantidad concreta (a pagar de una sola suma o periódicamente durante un periodo de tiempo posterior a la activación del pago) a un beneficiario o beneficiarios de nuestra elección en caso de nuestro fallecimiento o invalidez permanente. De esta manera, se busca garantizar que el estilo de vida de los beneficiarios no se vea alterado sustancialmente por una repentina carencia de nuestros ingresos y les dé un margen suficiente para recuperarse, al menos financieramente, de la pérdida. Los gastos derivados de la situación también suelen contemplarse, incluyendo gastos funerarios o incluso impuestos sucesorios.
En el momento en que contactamos con una aseguradora, se ponen en marcha dos procesos de cálculo. En primer lugar, se tienen en cuenta los gastos habituales de los beneficiarios para determinar la cantidad que deberán percibir en caso necesario. Para ello, se tienen en cuenta los gastos habituales, que pueden incluir hipotecas, colegios o universidades, alimentación y cualquier otro tipo de gasto recurrente que se acuerde.
Por otra parte, la aseguradora hará una estimación de nuestra salud y probabilidades de fallecimiento durante el periodo contratado para determinar la cuantía de la cuota mensual a abonar. En este sentido, los seguros de vida suelen tener un límite de edad máximo hasta los 65 años, y en algunos casos cubren edades superiores del asegurado.
Algunos seguros contemplan la posibilidad de cobrar la cantidad asegurada si se dan ciertas circunstancias. Esto es conocido como derecho de rescate. Otra opción consiste en cobrar las primas abonadas al término del contrato. De este modo, si nuestra preocupación era asegurar la adolescencia y los estudios universitarios de nuestros hijos y contratamos un seguro de vida durante 15 años, sería posible que nos devolvieran las cantidades abonadas durante ese periodo de tiempo una vez concluido.
Los seguros de vida son un producto delicado y con un gran potencial para darnos tranquilidad a nosotros y a nuestras familias. Conviene por ello, estudiar las ofertas disponibles en el mercado con tranquilidad y hacerlo con un buen asesor que nos inspire confianza. Y, una vez hecho, quitarnos una gran preocupación de encima y disfrutar de la vida con nuestras familias.
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